mercredi 18 novembre 2009

Mompós la remota



Después de numerosos días fiesteros en las costa caribeña, toca descansar y alejarse tanto de los excesos de rumba como de las playas de arena fina. Mompós esta fuera de los caminos recorridos: eso le da ese encanto único. Y nada más llegar de noche, después de una combinación larga pero divertidísima de bus, lancha, barco y taxi, no rendimos a Mompós. Tal y como los españoles tuvieron que hacerlo hace dos siglos, en 1810, cuando Bolívar y sus tropas de jinetes llaneros consiguieron aquí uno de sus triunfos más importantes y dieron a la ciudad su independencia, la primera para una ciudad colombiana. "A Caracas debo la vida, a Mompós debo la gloria", dijo Bolívar.

Mompós, ciudad colonial fundada en 1537, tiene ese toque de antiguedad, ese parecer que apenas cambió desde hace 5 siglos. No extrañaría encontrarse por la calle Real del Medio con el héroe Bolívar, respaldado por sus tropas y entrando victoriosamente en la ciudad; o en la plaza central con los hermanos Vicario, ebrios y sucios en la madrugada, llevando cuchillo de cocina arropado en papel de periodico y buscando a Santiago Nasar para regalarle esa muerte tan anunciada.

Callejear y perderse en ese laberinto blanco de refinadas casa coloniales, saludar a los abuelos que se balancean en su rocking chair al atardecer en los portales de las casas; tirarse de cabeza al río Magdalena, dejarse llevar por la corriente y compartir un baño genial con une buena banda de jóvenes momposinos; cenar una pizza gigantesca en la plaza Santo Domingo y quedarse atrapado en el aguacero... Que lujo haber estado aquí y haber saboreado ese peculiar ritmo , en el que segundos a veces duran horas.

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